+ CRÍTICA AL ARS EROTICUM DE YELBA CLARISA BERRIOS MOLIERI

Ilustración de la entrada: El amor victorioso. 1602 - 1603. Óleo sobre lienzo. 156 x 113 cm. Mueseo de Gemäldegalerie, Berlín. Caravaggio muestra a Cupido por encima de todos los poderes terrenales: guerra, música, ciencia, gobierno. Autor: Michelangelo Caravaggio

«Lo que es pornografía para una persona es la risa del genio para otra» D. H. Lawrence

Tanto se ha malentendido el arte erótico de nuestra poeta Yelba Clarisa Berríos Molieri que, o bien se cae en la cruda pornografía, o en su cursi eufemismo de muchas autoras locales de poesía erótica de “renombre”, a quienes por el solo hecho de abordar el tema sexual, no importando su calidad estética que es lo que torna imperecedera una obra de arte, los clonados hijos de las vacas sagradas de nuestra puetería contemporánea las han bautizado como “las poetisas de lo erótico”(?). Pero en honor a la verdad lo que estas bellas damitas de nuestra “culta” (?) sociedad, lo que han desarrollado son temas, no una original poética.

El arte erótico es arte en la medida que erotiza al lector, como la poesía de amor debe de enamorarlo para ser poesía. Es así de sencillo sin complicarnos con Freud o Sade. En el arte erótico el artista ha de salvar el riesgo de precipitarse por la vulgaridad o la tontería: Allí va el dios en celo tras la hembra, cantó Rubén Darío demostrándonos que para hablar de sexualidad no es preciso mencionar los órganos sexuales…ni encubrirlos con papel cebolla. Mencionarlos artísticamente es una epopeya de creadores como, por ejemplo, el gran poeta vanguardista francés Guillaume Apollinaire, uno de los más audaces surrealistas de principios del pasado siglo XX, escribió además, en su novela prohibida: Las once mil vergas. Una novela que, tuvo que circular en 1907 clandestinamente, corriendo el riesgo de extraviarse. Esta novela, desde su nombre, Las once mil vergas, fue desahuciada por la moral europea, viéndose a salvo solamente por su legitimidad artística. Apollinaire nos demostró que con arte se pueden escribir las peores canalladas sexuales sin caer en la pornografía, más bien aprovechando esta para hacer un buen arte erótico.

Otro ejemplo de la literatura erótica moderna es la del gran cubano universal José Lezama Lima en su extraordinaria novela Paradiso deleita a sus dilettanti hallazgos felices que confirman a la literatura erótica en particular, y todas las bellas artes en general, como reivindicadoras de aquél mordisco dado a una manzana que posibilitó el arte de vivir.

Pero la gracia que me ocupa en mi discurso es el trato de Yelba Clarisa con el arte erótico, y es a ella a quien voy a examinar detenidamente, siendo propicios los astros, me refiero a una novel poetisa a quién es imposible dejar de examinar su arte además de cantarle ante tanta belleza que exuda.

Mi crítica a su arte poética es más bien un retrato irreverente y sin ambages para una poeta irreverente cuya poesía indigesta la moral de muchas poetisas de nuestro actual panorama nicaragüense.

Nuestra poetimusa, si así le queremos llamar, no es de ésta época, o por lo menos, son muy pocos aquellos los que perciben – o sospechan quizá – la magnitud de su talento y talante que aparece como los grandes astros que deslumbran la bóveda celeste cada cien años con su resplandeciente cola cual veste de novia galáctica, que al ritmo de la musicalidad de sus ideas, radiante emana rutilos de arte erótico puro, inteligencia extrasensorial y belleza superior en su forma más delicada, exótica y culta de expresión artística de la poesía erótica posmodernista – y que – generalmente es confundido con pornografía por la mediocridad del prosaicismo criollo, en medio de una plaza pueril plagada de beatas loras cantoras de sacristías medievales…

Yelba es una estrella encendida a fuego alto y un hoyo negro que todo se lo traga, es una constelación interminable de versos que erotizan al más tieso de los cueros curtidos, es la musa de los más turbados de su imagen de ángel caído, de sus fotos de diabla putanamangana que adoran varones moclines con mocasines, de corbatín y de bastón unos para caminar otros para autocomplacerse. Su poesía santaputasanta canta salsas alegres, mambos estelares que mueven galaxias e invitan al placer.

“Si resultase imputable
de alguna cosa en tu juicio
sería de enloquecerte cuando
me amasas y formas al molde
de tus contorsiones encomiásticas
cuando exudas todas mis fuentes en ti

No hay en mi desnudez desnuda
panegíricos bombos
y puedo gritarte a filo de desgarro
que mis poros uno a uno se llaman como tú
que moldeaste mis entrañas a tu antojo
mi heterónimo absoluto”

Si la poesía erótica de Yelba no es poesía pura ¿qué lo es?
Habría que contestar a esta pregunta si puede alguna una sola nicasiana procesionaria de festivales busca fama que le llegue siquiera al ojuelpié a esta diamantina supernova manufacturera de constelaciones de recursos insospechados de la palabra.

¿Acaso sus versos intimistas y descarnados no enseñan la prístina pureza de un arte celeste vestido de rojo que los moclines literatuchos caitudos y extranjeros quieren desteñir? ¿Acaso es un secreto que ella ha sido plagiada por las pulgas roñosas que en su afán de volar a las estrellas se tropiezan con el ángel que les pone fin a sus insolentes pretensiones?
¿Es ella descifrable?…imposible.
¿Criticable?…hasta el infinito.
¿Prologable?… demasiado pretencioso.
¿Catalogable?…poeta de tiempo completo.
¿Creadora de nuevas formas del arte poético?…hasta la médula de su ser.
¿Con quién se le puede comparar?…que yo tenga conocimiento aún no ha nacido nadie.
¿Deseable?…desde los sátiros dionisíacos hasta el propio Homero.
¿Envidiable?…hasta los mismos dioses del Olimpo.

Cuando la valquiria esteparia ve chorrear la sangre de sus hijos, versos, poemas, amalgama de luceros y estrellas fugaces que rayan la bóveda oscura como ojos de tigre moviéndose tras su presa, su corazón estalla de dolor, pero descubre, al ver la herida, de quién ha sido la mano asesina, y entonces el odio le llena el pecho y ruge pidiendo venganza. La que hasta ahora era una dulce princesita de largas trenzas se volvió una leona herida.

Y la leona rugío:

“soy princesa pendenciera
soy indómita cuando me ruge el latido
cuando osan tirarle piedras a las vasijas
que en mi pacífica trinchera
insuflo en parto autoasistido”

O,

“En mi trenza mal trenzada
en mi taller de alfarera moldeando vasijas
esta foto lleva a la fiera que ruge
a la puta que copula a la Novia del Universo
a la Puta del Parnaso
Eros unción sacramento comulgado
en esta foto estoy en labor y parto
y ningún cerrojo detendrá mis versos
ni los papeles serán movidos por el viento
llevo en mi aliento huracanes insolentes
y laureles en mi frente”

¡Apártense buitres!, que la flecha que lleva clavada en su cuello no deja que la amedranten, cuídense carroñeras miserables y ladinas, que entre los arbustos de la estepa se esconden cuando hay sequía de metáforas. Saben que la leona irá a dormir, y en ese preciso instante, robarán lo que queda en el plato… la manada espera a que la nibelunga se duerma, y las hienas sagazmente se harten dejándola sin comida. Pero ella es más grande, ¡zopilotas!, porque se alimenta del mismo polvo de que están hechas las estrellas, para seguir pariendo cánticos boreales.

Por amor a la literatura mis palabras no son panegíricas, son revelaciones de una deslumbrante Antares que ha nacido para el regocijo de la nueva poesía femenina nicaragüense del siglo XXI.

Entra en la cosmopoética nicaragüense Yelba Clarisa Berríos Molieri la rapsoda que domó al relámpago, y bajo la espuela del viento alza su voz de trueno como para decirnos que ella es como

«río que desemboca en la mar
con el tizón de la herrumbre y retumban los fondos marítimos
ante mis serenatas mágicas cantadas de pentagramas de fuego»

Esta es una crítica al panorama poetil femenino actual y una confirmación más que una defensa, a la excelencia del arte erótico poético en su forma más pura expresado por el delicioso verbo de nuestra poeta Yelba Clarisa Berríos Molieri.

Mi sincero homenaje a una de las poetas del arte erótico más diáfano y bello que más ha permeado en mi vida artística desde que adquirí la sensibilidad y el don de reconocer la belleza, la estética, la inteligencia y la musicalidad de las ideas plasmadas en una de las formas de expresión artística de las bellas artes más extraordinaria y difícil de dominar: La poesía erótica femenina.

La poesía de Yelba es deliciosa, rica y sabrosa como el Mambo, porque es universal. El vasto tiempo y la historia en ella escrita, nos informarán de la suerte de éstos y de los demás versos que escriba y lo que lo que aquí se ha dicho quede esculpido en marmor lunensis de la más regia de la vetas de las minas de Carrara. Por eso y por lo insondable de su poesía me inclino reverentemente ante ella y le canto esta humilde ofrenda…

CANTO A UNA ESTRELLA
(A Yelba Clarisa)

¡Mirad a Antares estallando en versos
pletóricos de constelaciones descarnadas…!
Ícaro quiso acercarse a tus destellos
como rapsoda enamorado,
quedó el divo atrapado en la redes de tu fatua cabellera,
se acercó demasiado al sol,
sus alas derritió sobre tu cintura
al hijo de Dédalo le sobrevino lamento
porque tú eres el sol…poeta
A mi poetisa probad sus versos vosotros
Helenos, Musas y Quíos,
a ella cantadle!!!

Lolo Morales,
Poeta y crítico literario posmodernista.
Managua 19 de Abril de 2011

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